Treinta efectivos de la seguridad personal de la canciller Angela Merkel están en este momento en la Argentina, además de un grupo de número no revelado de la BDU, la inteligencia en el extranjero del gobierno alemán creada después de la Segunda Guerra Mundial. Es apenas el 10 por ciento del personal que suele movilizar el presidente de los Estados Unidos para custodiar los movimientos en sus viajes, pero es el doble de lo que usualmente utiliza la titular del Ejecutivo alemán por el mundo.

En efecto, después de los sucesivos atentados que se produjeron en Londres, París, Melbourne, Teherán y los que vivió Berlín en diciembre del año pasado, la normalmente despreocupada vida de Merkel, una líder que disfruta del bajo perfil y el contacto directo con las personas, empezó a sufrir cambios. Su agenda, habitualmente transparente, tiene ahora una difusión más restringida. En Argentina, por ejemplo, no se conoce a qué hora exactamente visitará la sinagoga de la Congregación Israelita Argentina, conocida como Templo Libertad, donde se espera que inaugure el órgano que fue restaurado en Alemania, con financiamiento de ese país. De hecho, se trata del punto crítico de su visita a Buenos Aires.

La Policía Federal Argentina y la Gendarmería se prepararon para trabajar en el segundo y tercer anillo de seguridad. También está prevista la presencia de francotiradores de las fuerzas de seguridad locales.

La agenda de Merkel comenzará en Buenos Aires con un desayuno con empresarios y, al mediodía, Macri la recibirá con honores militares en la Casa Rosada. Luego de una reunión a solas darán una declaración conjunta a la prensa. Por la tarde, visitará el Parque de la Memoria.

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