El presidente Mauricio Macri informó que creará la “Cobertura Universal de Salud” destinada supuestamente a 15 millones de personas que no cuentan con obra social ni prepaga. Sin embargo, profesionales de la salud aseguran que se trata de “una falsa universalidad”.
La política anunciada por el gobierno de Cambiemos estaría destinada a los cerca de 15 millones de personas que no cuentan con obra social ni prepaga, a quienes se les otorgará una credencial y una historia clínica unificada. Con financiamiento proveniente de las obras sociales “se lleva adelante una política que conduce a la privatización y la inequidad en el acceso a la salud”, señaló la médica generalista e integrante del Movimiento de Salud Irma Carrica y de Patria Grande La Pampa, Pilar Galende.
El presidente aseguró que su política permitirá que los ciudadanos argentinos o con residencia en la Argentina podrán acceder a este nuevo sistema a partir de anotarse en un padrón y cumplir con ciertos requisitos que acreditan su insolvencia económica.
Galende explica que “dentro de los beneficios del sistema está tener una historia clínica, un médico de cabecera, acceder a medicación con descuentos y, en el caso que el sistema público no pueda cubrir alguna práctica, la tercerización a centros privados. En la búsqueda de querer integrar el sistema público y el privado es donde queda claro el espíritu de la iniciativa: privatizar, al menos parcialmente, el sistema de salud” ya calra que “no se trata de ideas nuevas”.
“Ya desde inicios de los años noventa, el Banco Mundial ‘recomendaba’ a los países en desarrollo asegurar a las poblaciones más vulnerables con recursos del Estado, ofreciendo los recursos mínimos para asistir la enfermedad. Es decir, suplantar la concepción de que la Salud es un derecho de todas las personas que el Estado debe garantizar, por la idea de que se deben realizar políticas focalizadas hacia los sectores más necesitados, que es la orientación que ahora toma Macri con la idea de una “Cobertura” de Salud para quienes no cuentan con obras sociales ni prepagas. Para quienes tuvieran capacidad de pago, en cambio, el mercado los estaría esperando”, añadió.
“Por otro lado, el sistema de obras sociales, muchas de ellas desfinanciadas y en una situación de franco deterioro asociada a un proceso de desregulación donde cada quien podría atenderse donde quiera, fue la plataforma en la Argentina del desembarco de los seguros privados, más conocidos como prepagas. Así, el gasto directo del bolsillo de las personas iría incrementándose en paralelo a la reducción del gasto público”, alertó.
Una falsa universalidad. La profesional de la salud señala que “esta idea de asegurar a la población frente a los riesgos en salud ha sido incluso tomada por organismos como la OMS/OPS. La discusión se plantea en los hechos: un sector privado fuerte, al que no le interesa prevenir sino que su negocio está en la enfermedad y un sector de obras sociales, que en gran parte financia a aquel con plata de los trabajadores y trabajadoras, hacen difícil pensar la idea de una integración de recursos para un sistema basado en la ‘atención primaria de salud’, como plantea el gobierno”.
“En nuestro país, aún con distancias, el Programa Sumar de la anterior gestión, sostenido en gran parte con financiamiento externo, da cuenta de un proceso de estratificación del acceso a los servicios de salud según la posición social. Por eso, no es apresurado poner en duda que este tipo de políticas focalizadas hacia sectores vulnerables sea la estrategia adecuada para lograr universalidad. Si hacemos una fotografía del sistema sanitario hoy por hoy, nos encontramos con una gran fragmentación de la oferta de servicios, con superposición de recursos en algunos sectores, y ausencia de los más elementales en otros. Un sistema que concentra sus recursos humanos en los grandes centros urbanos y, más aún, en los centros de mayor complejidad tecnológica, pero desabastece de servicios básicos a grandes poblaciones, sobre todo marginales y/o rurales. Un sistema que prioriza las acciones curativas, que son las que dan lucro, por sobre el trabajo preventivo y de promoción de salud”, contó.
En una nota publicada por la revista Cambio aseveró que “es poco posible, entonces, que esta nueva cobertura anunciada garantice una salud acorde a las necesidades. Por un lado, porque el proceso de desinversión que ha sufrido durante años el subsector público es importante y los 8000 millones de pesos anunciados son demasiado escasos para enfrentar ese déficit. Por el otro, porque aquellos recursos que no puedan ser garantizados en la oferta pública serán provistos por el sector privado, generando dilaciones en un sistema en que la burocracia administrativa está a la orden del día”.
“No son pocos los relatos en los países que han implementado este tipo de modelos, en que un familiar ha fallecido esperando la autorización de un tratamiento. Los expertos en el tema señalan, además, que esta estrategia garantizará un flujo de ingresos desde el Estado hacia un mercado privado que está limitado en su capacidad expansiva. Por eso, hay que cuidarse de las palabras y no dejarse engañar. En este caso, ‘la universalidad de la salud’ no es otra cosa que mayor exclusión y profundización de la inequidad social”, detalló.
Hacia un “Sistema Único de Salud“. Patria grande propone una alternativa ante “un escenario difícil, con un mercado privado desarrollado y con ansias de seguir creciendo y una salud pública bastante enflaquecida y deslegitimada. Pero, como decía Antonio Gramsci, ‘ante el pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad’. Y el derecho a la salud, en tanto derecho humano fundamental, debe hallarse en la voluntad de todo proyecto político que se diga emancipador”.
“Hay que continuar peleando por un sistema público con los recursos necesarios para dar respuesta a los problemas de salud de toda la población. Si este sector no se fortalece, la hegemonía de la medicina privada no sólo seguirá ganando los bolsillos de la gente, sino también la idea de que su calidad de atención es superior y, quienes puedan, pagarán por ello”, propone.
“Hay que mejorar la situación laboral de los trabajadores y trabajadoras de la salud pública. El grado de precarización e informalidad que el propio Estado sostiene es inaceptable y es, en gran parte, la causa del flujo de profesionales hacia el sector privado, muchos formados en universidades públicas”, agregó.
Por último indicó que “hay que recuperar la idea de la Declaración de Alma Ata, firmada por 134 países en 1978, de ‘Salud para todos’, fortaleciendo el primer nivel de atención y formando recursos humanos orientados a la Atención Primaria de la Salud. Al menos, sentaría las bases para imaginar un sistema de salud más integral, más equitativo y más humano. La idea del Sistema Único de Salud hoy sigue estando en nuestro horizonte y, como Galeano diría sobre las utopías, nos permite seguir caminando”.