Si bien la fórmula Berhongaray – Testa deberá imponerse a Maquieyra – Díaz para que los radicales tengan un aspirante a la gobernación, a pocas horas del cierre del plazo para que las juntas electorales partidarias confirmen las listas ante el Tribunal electoral Provincial, el radicalismo aún no cierra las heridas derivadas de la postulación de Berhongaray y la declinación de dirigentes a las candidaturas.

Las discusiones ya no son, mayoritariamente, por si la comunión con el PRO favorece al partido, como lo fue en un principio del acuerdo, sino por cual representante de cada línea ocupa un lugar en la lista de diputados provinciales. Incluso esa postura aleja aún más a las líneas minoritarias, como Nuestra Causa, impulsada principalmente por mujeres y que se formaron ante la escasa participación en las decisiones. Eso hoy no sólo se mantiene, sino que se refuerza al ver que se repiten los nombres de las mujeres en las listas, obligados por la Ley de Cupo.

En ese sentido, el PRO parece haber sido más práctico y conformó la lista con postulantes no sólo todos los «socios» del frente sino también con diversidad territorial, algo que también le está costando a la UCR.

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