Muchos elementos que se desprenden de la investigación del crimen de la estudiante pampeana en Cipolletti conducen a la misma conclusión: no se trató de un robo al azar, sino de un hecho premeditado. «El poco desorden dentro del departamento donde se produjo el delito y los 1.000 dólares que se llevaron son dos claros indicios», publicó el diario Río Negro en relación al caso de Agustina Fernández.
La joven santarroseña murió dos días después del brutal ataque que sufrió en el complejo de viviendas donde residía. Había llegado meses atrás para estudiar Medicina. La tarde-noche del 2 de julio tenía planificado cenar con un vecino del complejo que vive en la planta baja, Pablo Parra. Se quedó en su departamento mientras el hombre salía a realizar compras.
Entre las 19:15 y 20.15 al menos una persona ingresó por una medianera lateral y eligió robar al único departamento que tiene la planta baja. Se encontró con la joven que estaba sola y la atacó salvajemente cerca de la puerta. La mayoría de los golpes fueron en la cabeza.
Se llevaron los dólares que según pudo averiguar este medio se encontraban en una habitación y también robaron los celulares de Agustina y Parra. El robo de los móviles también llama la atención de los investigadores.
Desde el entorno familiar en varias oportunidades deslizaron la idea que no se trató de un robo azaroso y que posiblemente haya sido una persona conocida. Una de las hipótesis que se baraja es que alguien que sabía que Parra tenía dólares lo entregó.