Desde enero 2020 el Ministerio de Desarrollo Social puso en marcha la Tarjeta Alimentar como paliativo al incremento sostenido de los precios de los alimentos por sobre la inflación general, el deterioro del poder adquisitivo y la destrucción de empleo, producto de la crisis iniciada hace casi 3 años.
El antecedente macrista, sumado a que los alimentos superaron a la inflación promedio (36,4%) por casi seis puntos (42,1%), generaron un combo explosivo que derivó en esta política destinada a personas que cobran la Asignación Universal por Hijo (AUH) y tengan hijas e hijos de hasta 6 años, embarazadas que cobren la Asignación por Embarazo (AUE) y personas con discapacidad que cobren la AUH, sin límite de edad. Un informe especial del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) despliega el fuerte impacto del programa a nivel nacional y las proyecciones del año entrante, aunque advierte que para 2021 el presupuesto destinado podría no ser suficiente.